En el Hospital Universitario de Düsseldorf un grupo de científicos ha fabricado recientemente un organoide cerebral a partir de células madre pluripotentes inducidas (iPSC) humanas que desarrolla estructuras oculares, algo similar a ojos.
Por Jaime Millás Mur. 31 agosto, 2021. Publicado en ExaudiEn el Hospital Universitario de Düsseldorf un grupo de científicos ha fabricado recientemente un organoide cerebral a partir de células madre pluripotentes inducidas (iPSC) humanas que desarrolla estructuras oculares rudimentarias que detectan la luz y envían señales, algo similar a ojos. Este tipo de organoides es utilizado actualmente por los investigadores para conocer mejor cómo funcionan los diferentes órganos del cuerpo humano, lo que se hace enormemente complejo en el caso del cerebro.
En este trabajo los científicos utilizaron células de la piel de donantes adultos y, por el procedimiento descubierto por el premio Nobel japonés S. Yamanaka, indujeron su pluripotencialidad, orientándolas después a transformarse en los tipos de células que conforman el cerebro. Con este procedimiento se obtiene un modelo en tres dimensiones de un mini-cerebro que tiene el tamaño aproximado de una arveja o guisante.
Las células, desconectadas inicialmente, formaron un grupo de tejido o neuroesfera el décimo día. Al mes se había desarrollado una estructura básica óptica y, a los dos meses, se observaba el desarrollo de vesículas ópticas completas, que constituyen la base de los ojos. En el interior de esos ojos primitivos se formaron redes de neuronas eléctricamente activas que reaccionaban a la luz, así como lentes y células de la córnea, como sucede en un ojo auténtico. El 73% de los 314 organoides cerebrales formados en el laboratorio fueron capaces de desarrollar estas estructuras ópticas.
“Nuestro trabajo destaca la notable capacidad de los organoides cerebrales para generar estructuras sensoriales primitivas que son sensibles a la luz y albergan tipos de células similares a las que se encuentran en el cuerpo”, dice Jay Gopalakrishnan, autor principal del estudio al sitio web Science Alert. “Estos organoides pueden ayudar a estudiar las interacciones cerebro-ojo durante el desarrollo embrionario, modelar los trastornos congénitos de la retina y generar tipos de células retinianas específicas del paciente para realizar pruebas de fármacos personalizadas y terapias de trasplante”. “El desarrollo de los ojos es un proceso complejo y comprenderlo podría permitir sustentar la base molecular de las enfermedades retinianas tempranas” escriben los investigadores en el artículo que publica la revista Cell Stem Cell.
En abril de 2018, la revista Nature publicó un artículo titulado “La ética de experimentar con el tejido cerebral humano” en el que se planteaban una serie de preguntas cuyas respuestas deberían conocerse antes de llevar a cabo experimentos con modelos de cerebro humano que se aproximen a la replicación de sus funciones. Entre las preguntas estaba la siguiente: Si los investigadores pudieran crear tejido cerebral en el laboratorio que pudiera parecer tener experiencias conscientes o estados fenoménicos subjetivos, ¿merecería ese tejido alguna de las protecciones que se les da habitualmente a los sujetos de investigación humanos o animales? Aunque estamos lejos de esta posibilidad, el avance que se presenta al comienzo de este artículo nos lleva a la reflexión. Otras cuestiones tienen que ver con la forma de medir las capacidades sensibles de un sustituto de cerebro, o bien qué señales buscar en un modelo cerebral experimental relacionadas con la conciencia.
En realidad, aunque actualmente es posible medir de alguna manera si una persona está consciente mediante electrodos de electroencefalografía, sin embargo otra cosa es la conciencia, la inteligencia, el pensamiento, la memoria, la voluntad,… que se relacionan con lo espiritual del ser humano. Ciertamente necesitamos el cerebro para pensar pero el pensamiento no es el cerebro, ni una parte de él. No se puede medir una realidad espiritual con la ciencia experimental: ésta es la causa de muchas confusiones.
De todos modos, este tipo de experiencias con organoides cerebrales a partir de células iPSC, así como las que se realizan para obtener células germinales, debe tomarse con sumo cuidado porque podemos estar ante una realidad que afecte a lo más trascendente de la persona humana como es su racionalidad y su capacidad de traer al mundo a otros seres humanos que tienen una dignidad superior a cualquier otro ser vivo. Los interrogantes éticos que se plantean en este tipo de trabajos de investigación deben afrontarse antes de seguir adelante con estas investigaciones, sin esperar a que nuevos progresos nos tomen por sorpresa y lograr, de esta manera, que los avances en este tipo de experimentos, así como los relacionados con tejido cerebral ex vivo o quimeras cerebrales humano-animales, no se lleven a cabo sin un análisis ético en el que prime el mayor respeto a la dignidad del ser humano.